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jueves, 7 de abril de 2011

07-04-11

Vuelvo con el Monasterio de Yuste y el Emperador.



Madera de roble, reja finamente trabajada, cristales emplomados, una verdadera jaula de oro. Imagino a Carlos I mirando a través de las ventanas de sus aposentos y admirando el verdor del valle, que seguramente le traería recuerdos de lejanas tierras de su infancia.  
Libertad del Emperador para moverse por el encierro, libertad de los arboles creciendo sin hacer mucho caso del egregio personaje, libertad de la yerba, del aire, del agua, . . . . . .  libertad de todos y de nadie.



Sendas abandonadas, pero llenas de sombras, llenas de hojarascas y ocupada por yedras y matorrales. Luces de vida y sombras de muerte.




En distintas zonas de las murallas que rodean el Monasterio aparecen estos regios escudos que vocean, "alto no pases, no sabes que son tierras del Emperador" 



Árbol seco y yermo, que llora la muerte de su rey, alargando sus brazos al cielo y suplicando vida para no caer en manos del implacable leñador.

1 comentario:

  1. Esta última entrada me ha gustado mucho! la ventana es impresionante! al verla da sensación de agobio, de no querer estar al otro lado de las rejas!. Gracias por esta pequeña historia que nos narras del Emperador, la verdad es que ha sido un viaje que ha merecido la pena...Increíble también la foto "Lamento" son árboles muy tenebrosos...

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