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domingo, 15 de mayo de 2011

15-05-11

Hoy os llevo a la provincia de Burgos, a los exteriores del Hotel Landa.



Pues más o menos como suena, es decir, el palacio de la señora Landa, la artífice de esta fantasía gótica al borde de la autovía a Madrid. Pero sus desvelos llevan el gen de sus padres y sus abuelos, los de una familia que lleva en la brecha de la hostelería desde principios del siglo XX.
Primero un restaurante, luego un hotelito humilde, más tarde un comedor de noche y finalmente la llegada del torreón fueron las etapas que dieron forma al palacio. Este torreón del siglo XIV al que se adosa el edificio principal es en realidad el único reclamo centenario y la excusa para recrear el empaque señorial de todo el alojamiento.
Dicha torre militar alberga la escalera principal, trasladada piedra a piedra desde un pueblo vecino, así como algunas habitaciones más espaciosas, decoradas con la firma de Pascua Ortega a partir de muebles clásicos y piezas de valor, y con vistas privilegiadas sobre la ciudad. Una colección de carruajes antiguos de madera se exhibe en el patio empedrado alrededor de una pérgola de hierro. La piscina, parcialmente cubierta por una bóveda gótica y acristalada con forjados modernistas, es otro de los caprichos que sirven a la causa.
De aquel pequeño hotel de mediados de los años sesenta a éste otro, con comedor de día y comedor de noche, con salón de alto copete, con su galería de relojes, su sala de reuniones y hasta con su propio helipuerto.



De alguna manera es un palacio creado en el siglo XX,  aunque parezca otra cosa.



De todas formas es una maravilla, te traslada a otra época es como una isla enmedio de un mar de vehículos y camiones de la autovía cercana.  



Carruajes antiguos, una cantidad enorme de utensilios que se guardan en el interior y otros en el exterior como este par de trillos. Para el que no sepa que es, se utilizaba para trillar el trigo, separando la cascara del grano. Es una madera plana que tiene incrustadas trocitos de piedra muy afiladas, como lascas, el trillador se subía encima y el caballo, el mulo o el burro tiraba del trillo dando vueltas sobre el trigo, que estaba esparcido en una gran superficie de piedra y que solía estar en el centro del cortijo de labranza.   



Un gran paseo empedrado sirve de entrada a este magnífico lugar y en el centro un templete de forja lo preside. Estos templetes eran habituales en las ciudades para disfrutar de la música en verano. El nuestro, el de Cádiz se perdió como tantas otras cosas. 



Marta muy guapa,  organizadora de este estupendo viaje por tierras de la Rioja.

Espero que os haya gustado, en la siguiente entrada vereis un poco del interior, merece la pena verlo y si podéis ir allí mucho mejor. 

1 comentario:

  1. Qué sorpresa!!! estaba esperando estas fotos, aunque me han sabido a poco!!! jajaajaja. Es precioso, parece que habeis hecho un viaje en el tiempo...me ha llamado mucho la atención la foto "palacio" no tiene pinta para nada de ser un palacio como dices en tus comentarios! y luego otra foto que me ha gustado mucho es la del "templete" me encantan los templetes me parecen super bonitos...no sabía que aquí en Cádiz hubiera uno hace mucho tiempo...¿dónde?...y que decir de la foto de Marta guapísimaaaaaaaa y magnífica organizadora, toda una anfitriona!!!

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